El pasado martes 05 de abril se cumplieron 17 años de la muerte de un ídolo de la música, Kurt Cobain.
Un joven famoso, con dinero, una familia y con todo lo que uno podría desear menos felicidad. Es tan compleja la vida cuando no se sabe ser feliz. Muchas personas dicen que la felicidad está al alcance de todos, que es solo cosa de aprender a disfrutar la vida y a valorar lo que uno tiene, pero sin embargo, hay otras personas que no son capaces de sentir eso.
Quise hablar de la muerte de Kurt Cobain, porque es un claro ejemplo de alguien que no supo ser feliz. Muchas personas lo llamarían egoísta, inconsciente o cobarde; pero yo más bien diría que es un hombre con una profunda depresión y que al contrario de ser un cobarde es muy valiente por haber logrado tomar esa escopeta y quitarse la vida.
“Lo tengo todo, todo. Y lo aprecio, pero desde los siete años odio a la gente en general... Sólo porque a la gente le resulta fácil relacionarse y ser comprensiva. ¡Comprensiva! Sólo porque amo y me compadezco demasiado de la gente.
Gracias a todos desde lo más profundo de mi estómago nauseabundo por vuestras cartas y vuestro interés durante los últimos años. Soy una criatura voluble y lunática. Se me ha acabado la pasión. Y recordad que es mejor quemarse que apagarse lentamente.
Paz, amor y comprensión”.
Con esas palabras Kurt termina su carta de despedida en donde se nota claramente que necesitaba ayuda y nos demuestra que aunque una persona lo tenga “todo”, si no está bien de la cabeza y del alma, no podrá ser feliz.
Y es solo que cuando una persona quiere desaparecer porque cree que es la única manera de resolver su problema interno es muy difícil que cambie de opinión, porque cuando se tiene algo así no basta con todas las palabras del mundo, porque nada es suficiente, y aunque suene egoísta y mal agradecido de su parte, no siempre es así, es algo que se siente, como un inmenso vacío que no se llena con nada ni con nadie, que al fin y al cavo es lo que los hace alejarse de las personas.